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Comida chatarra y pantallas: principales amenazas a la salud de los niños

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Los especialistas de la Federación Argentina de Cardiología (FAC) destacaron que los hábitos sedentarios y una dieta desorganizada y basada en comida ultraprocesada se convirtieron en una verdadera hipoteca para la salud de las generaciones futuras.
Por esa razón, la mencionada entidad lanzó la Campaña Nacional Anual «Hablemos del corazón de los niños», que se realiza entre el 12 y el 21 de agosto con el objetivo de hacer que las familias y la escuela puedan promover un cambio de hábitos.
«Los problemas de cardiología infantil que los médicos atienden en sus consultorios sólo afectan, afortunadamente, a muy pocos chicos; hablar del corazón de los chicos es hablar de cómo se alimentan y se mantienen físicamente activos a través del juego, porque hoy la dieta basada en comida chatarra y otros productos industrializados, junto con un esquema de hábitos cada vez más sedentarios, están instalando en la población infantil los factores de riesgo que determinarán la salud cardiovascular de nuestra población en el futuro», dijo el doctor Jorge Camilletti, presidente de la FAC.
Por su lado, Sandra Romero, cardióloga, cirujana infantil y miembro de la FAC, señaló: «La principal estrategia tiene que pasar por la motivación de los chicos, sobre todo para la actividad física, y eso sólo se logra inculcando hábitos sencillos de fortalecimiento de su autoestima y su sentimiento de seguridad; todo lo que los haga soltar las tablets y los celulares y evitar el aislamiento».
En tanto, el doctor Alejandro Amarilla, ex presidente de la Sociedad de Cardiología de Corrientes y miembro de la FAC destacó la necesidad de que chicos y adultos realicen más actividades físicas. «La Organización Mundial de la Salud, la Asociación Americana del Corazón y la FAC coinciden en recomendar como mínimo una hora diaria de actividad física para los niños, desde los 5 hasta los 17 años, y de allí en adelante 150 minutos por semana», apuntó.
Amarilla señaló que esto no sucede y comentó: «Lo asumimos como algo normal, se les da a los chicos la tablet para que estén tranquilos y estamos los padres condicionando esas actitudes desde muy temprana edad e incluso en la escuela se reducen los horarios de actividad física y se les da más tiempo de contacto con pantallas». La comunidad, en su opinión, no ayuda: «Debería haber espacios de actividad física seguros, sin riesgos para la salud y la integridad; espacios múltiples, abiertos, asistidos y con todo para que los chicos tengan ganas de ir».

El doctor Pablo César Spada, Secretario Regional de Prensa y Difusión de FAC, reveló: «Si evaluamos las estadísticas mundiales sobre obesidad y sobrepeso, vemos que la tendencia nos aleja cada vez más de nuestro objetivo (evitar que este factor de riesgo se instale desde la niñez)». «Tal vez las consecuencias en la infancia no tengan tan fuerte impacto en la salud cardiovascular como en los adultos, pero los niños obesos, de no corregir su estilo de vida, estarán predispuestos en la etapa adulta a los riesgos de la insulinorresistencia y síndrome metabólico, al aumento del colesterol, de la presión arterial y al desarrollo de diabetes», expresó Spada.
Por su lado, la doctora Paula Quiroga, cardióloga especialista en Rehabilitación Cardiovascular y ex presidente del Comité de Cardiología del ejercicio de FAC apuntó que la primera y segunda infancia y la adolescencia son el período de edad en que la persona desarrolla todas sus capacidades físicas, algunas de las cuales ya no podrá seguir desarrollando en la edad adulta. «El sedentarismo en esta edad afecta al desarrollo de los sistemas energéticos, que son los responsables de que el organismo tenga una buena metabolización, y si el músculo no tiene un buen desarrollo no va a poder utilizar los combustibles que le requiere un entrenamiento, por eso afecta a la capacidad física durante toda la vida», explicó.
Esta situación incrementa notablemente el riesgo cardiovascular, y muchas veces es el único antecedente que se encuentra en casos de infarto precoz, alrededor de los 30 años. «Si bien todas las escuelas cuentan con horas de actividad física, en general no suele ser suficiente», dijo la doctora, a la vez que le recomendó a los padres «promover el ejercicio en los chicos, obviamente a través del juego, pero también acercándose a los polideportivos, que ofrecen diferentes actividades».

En tanto, el licenciado Mauro Dangelo Martínez, especialista en Psicomotricidad, contó acerca de su trabajo en la integración a la actividad deportiva de niños con trastornos del espectro autista (TEA). «Los chicos hacen sesiones de psicomotricidad hasta tres veces por semana durante 45 minutos y cuando vemos que están listos para participar en actividades lúdico-recreativas o pre-deportivas pasan a una carga horaria mayor, donde básicamente se le crea a la familia la obligación de asistir tres veces por semana para que participe», indicó.
Martínez habló acerca de las «barreras» para que los chicos con TEA puedan jugar o hacer deportes y dijo: «Cuando entran a un club, por ejemplo, tienen que ver con la desinformación, la falta de profesores de educación física, o de danzas, o de profesionales de otras disciplinas que estén realmente capacitados para entender sus necesidades».
«Por eso creo que al tratar de concientizar sobre la necesidad de la actividad física para las personas con autismo, no sólo para la prevención de enfermedades sino también para lo que la socialización, le puede aportar a su calidad de vida, ya que vamos a tener a las familias mucho más incluidas y una sociedad mucho más amena», aseveró. (NA)



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