“Estaba con problemas para respirar, se agitaba mucho, y llamamos al 109 para sacarnos la duda. Le dijeron que vaya al hospital viejo donde lo hisoparon y de inmediato lo internaron porque tenía fiebre. Esa mañana me dijo que iba al médico y volvía enseguida, pero no volvió más”, relató su esposa Micaela Pereda a LM Cipolletti.
Mario quedó internado en el hospital y el resultado del primer hisopado fue negativo, el martes 16 de julio, pero a los dos días le dio positivo. Con ese diagnóstico, Micaela y su bebé de un año y dos meses debían permanecer en aislamiento absoluto por dos semanas por ser contactos estrechos.
“El viernes 17 le pusieron una mascarilla para que pueda respirar, pero su cuadro no mejoraba nada. El sábado 18 lo ingresaron a terapia intensiva y lo pusieron a dormir porque no tenía oxigenación en la sangre. Lo conectaron a un respirador mecánico. Ahí empezó todo lo grave. Fueron tres semanas que estuvo dormido y los partes médicos eran muy malos; no había esperanzas al principio porque sus pulmones estaban muy lastimados producto de una neumonía bilateral que generó el coronavirus. Recién ahora me dijeron que cuando ingresó tenía una expectativa de vida de 48 horas”, contó Micaela.