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“Me siento afiebrado”, “me pica la garganta”: ¿cómo sobrevive un hipocondríaco en tiempos del coronavirus?

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Sienten los síntomas una y otra vez. Tienen escalofríos, cansancio, dolor de garganta, y por momentos sienten todo eso junto, con sensación de fiebre incluida. ¿Cómo puede alguien con un trastorno de ansiedad resistir tanta incertidumbre y manejar toda la información que circula ante una enfermedad tan nueva como contagiosa?
En una interesante charla con Infobae, la psicóloga Beatriz Goldberg (MN 6235), especialista en crisis individuales y de pareja, y autora del libro Cómo vencer los miedos y ser feliz recopiló todas las preocupaciones por las que transitan las personas que tienen un miedo excesivo al coronavirus. Por supuesto, ante la aparición de sintomatología específica asociada a esa enfermedad, lo fundamental es consultar de inmediato con el servicio de emergencias, quien será el que finalmente evalúe el verdadero estado de salud de la persona. Sin embargo, cuando la realidad muestra que los principales síntomas del coronavirus no están presentes -como es el caso de la fiebre alta, que sólo puede comprobarse con un termómetro, y no por una simple sensación de calor o frío en el cuerpo- y el diagnóstico está descartado por un médico, podríamos estar en presencia de un claro cuadro de hipocrondría.
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Aquí, algunas de las sensaciones que un hipocondríaco puede experimentar:
-Sentirse reflejado:
Debido a la gran cantidad de información que circula y que es de fácil acceso, el hipocondríaco absorbe todos los casos como si fuera una gran esponja. Escucha la historia de un hombre que acaba de morir en Italia, presta atención a los síntomas que tenía una mujer que enfermó en España, le parece que siente una molestia en la garganta, tal como acaba de escuchar que le pasó a un contagiado en Buenos Aires. “Se sienten reflejados en cada testimonio que escuchan y en cada caso que leen”, explica Beatriz Goldberg. Como los síntomas pueden ser muy diversos -además de la fiebre alta, se habla de la tos, del dolor de garganta, del malestar general, del cansancio- los hipocondríacos empiezan a sentir alguno o varios. Cuando consiguen distraerse con otra cosa -una película, un libro o una simple conversación- incluso pueden olvidarse del supuesto malestar que creen sentir. Pero, una vez que vuelven a concentrarse en el coronavirus -leyendo en los medios de comunicación y en internet- sus síntomas imaginarios regresan como por arte de magia.

“Van buscando información y miran la televisión con esa predisposición a los síntomas. Escuchan que a alguna persona contagiada también le dolió la cabeza, entonces, empiezan a hacer memoria a ver cuándo fue su último dolor de cabeza. Piensan “no tengo ninguno de los otros síntomas, pero sí tuve éste que acabo de escuchar ahora”. Entonces, apenas oyen una señal de alerta, ya están pensando cómo les encaja para sentirse reflejados”, indica Goldberg.
-Buscar información hasta en la fila del supermercado:
“Hay personas que mientras esperan su turno -respetando perfectamente la distancia que se aconseja con otras personas- se ponen a escuchar las conversaciones sobre el coronavirus, para ver si pueden recabar más información, escuchar algo distinto y , así, seguir encontrándole sentido a sus síntomas imaginarios. Claramente, ver a la gente por la calle con guantes y barbijos no ayuda para nada a un hipocrondríaco, porque todo eso alimenta sus temores. A pesar de que los médicos recomiendan que sólo los enfermos usen barbijos, muchos los usan igual porque se sienten protegidos”, afirmó la especialista.
-El temor a lo desconocido:
Como es un virus del que aún no se conoce mucho, el hipocondríaco cuenta aún con más síntomas disponibles que le resultan interesantes. Ellos saben lo que sienten las personas que tienen, por ejemplo, una faringitis, porque a lo mejor la tuvieron alguna vez. Pero, al tratarse de una enfermedad tan nueva y de la que cada día se tiene más información, pueden incorporar otros síntomas que escuchan, como la pérdida del gusto o del olfato. Por eso, si oyen algo nuevo y, aunque aún ese síntoma no se conozca con precisión, ellos pueden incorporarlo.

-Capas y capas de alcohol en gel:
“Se terminan de poner una capa y sienten que no es suficiente, así que vuelven a ponerse más alcohol en gel. Pasan unos minutos y sienten que tienen que volver a reforzar esa protección, así que vuelven a ponerse un poco más. Y más tarde, por las dudas, agregan más y más capas hasta que se lavan las manos y comienza todo otra vez. Necesitan sentir el olor a alcohol. Muchos extienden su uso más allá de las manos: se lo aplican en todo el brazo, incluso en la cara. Se llenan de alcohol en gel”, indica Goldberg.
 
-«¿Y si realmente tengo fiebre?»:
Desde que empezó pandemia del coronavirus y se conoce la importancia de tener fiebre alta como síntoma de alerta, hay personas que viven con el termómetro debajo del brazo. Se toman la temperatura porque dicen que se sienten afiebrados pero claro, el termómetro les arroja un valor normal que contradice lo que ellos sienten. Entonces, lo guardan en la mesa de luz, pero más tarde vuelven a buscarlo… por si acaso.
“Soy muy observadora y estos días pude ver a varias personas con el termómetro por la calle, tanto en la farmacia como en el supermercado. El nivel de miedo los lleva a sacar el termómetro disimuladamente fuera de sus casas, por ejemplo, mientras hacen una compra. Necesitan chequear la fiebre constantemente, a ver si les sube”, afirma la psicóloga consultada por Infobae.
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-Esos malditos falsos audios de Whatsapp:
“Los hipocondríacos escuchan todos esos mensajes falsos que se mandan en cadena, en los que supuestos médicos hacen advertencias y predicciones que no son reales. Escuchan todos los mensajes de difusión que les llegan y los comparten. No quieren perderse ningún tipo de información, aunque después se compruebe que es falsa. Lo ideal es no escucharlos e, incluso, borrarlos. Claro que no hay que ser negador, pero hay mensajes que son dramáticos y, lo peor, es que son falsos. Las autoridades del área de salud no informan a través de audios de Whatsapp, porque tienen toda la atención de los medios masivos de comunicación. El problema es que esos mensajes impactan en quienes tienen más ganas de preocuparse. Antes, esos audios se mandaban con advertencias de modalidades de robo, o con temas relacionados con la inseguridad. En este momento, se mandan por este tema de salud, y lo único que provocan es incrementar la preocupación: porque los hipocondríacos escuchan todos esos mensajes”.
-Una simple tos o una ligera picazón de garganta que se convierte en un drama:
“Hay gente que tiene tos, simplemente porque es alérgica o por cualquier otro motivo totalmente ajeno al coronavirus. A otras personas le pican los ojos, solo porque escuchan que no hay que tocárselos para no contagiarse. Entonces, como el hipocondríaco sabe que no hay que tocarse las mucosas, siente la necesidad de rascarse. Parece que, cuanto más escuchan que no hay que tocarse la nariz, los ojos y la boca, más necesidad sienten de hacerlo. Ellos mismos generan esa picazón o esa molestia, y lo peor es que después empiezan a tener miedo de haberse tocado las mucosas. Hay personas que salen con guantes para protegerse aún más, pero después temen haberse tocado la cara sin darse cuenta”, sostiene Goldberg. La preocupación es constante, aunque se tomen todas las medidas preventivas.
-¿Cansancio o agobio?:
Otro de los síntomas que algunas personas con coronavirus manifiestan haber experimentado -previo a la confirmación del diagnóstico- es el cansancio corporal. «El hipocondríaco también puede empezar a sentirse cansado por la angustia que tiene: pero lo que siente no es cansancio, es agobio. El hipocondríaco ahora tiene más cabida, porque con el tema del coronavirus no hay quien no le haga un comentario. Ya deja de ser un tema personal, porque todo el mundo está hablando de lo mismo, entonces se siente en su salsa. Ahora cree que su preocupación es válida, porque ve que el resto de las personas también están preocupadas.
-Transpiración de manos y pies:
La gran ansiedad que padecen los hipocondríacos los hace vivir en un permanente estado de alerta. Ello puede provocar una excesiva transpiración de manos e, incluso de pies, que pone en evidencia el alto nivel de nerviosismo que presentan. Pero la cosa se pone peor, porque hay personas que confunden esa transpiración nerviosa con fiebre y se angustian aún más.

-«Tengo todo y todo es peligroso»:
Los hipocondríacos viven en una ansiedad flotante, porque están esperando escuchar algo para asociarlo con sus sensaciones. Permanentemente, se están mirando para adentro – pero no con relación a lo que piensan o sienten- sino para ver qué sensaciones corporales tienen: se prueban a sí mismos cómo están. Es decir; la persona chequea en qué estado está, como se siente. Y, muchos se empiezan a probar desde que se despiertan cada mañana”.
Al respecto, Goldberg recuerda: “En una oportunidad, y por cuestiones que nada tienen que ver con el coronavirus, tuve una paciente hipocondríaca que cada mañana chequeaba si se había levantado con la voz ronca. Necesitaba hacer una exposición oral frente a un grupo grande y ello le generaba mucho temor. Así que, se levantaba de la cama, se predisponía a sentirse ronca y ya no podía enfrentar ese día porque no tenía nada físico pero, justamente: los miedos son psíquicos.”
Y, cuando una persona se predispone tanto, muchas veces se autorrealiza. “Desde ya que no van a poder autogenerarse el coronavirus, pero sí alguna afección leve como la que tenía esa paciente. Por el cuerpo del hipocondríaco realmente no pasa nada: sólo pasa la idea de que está enfermo. Solo es una persona que está llena de miedos pero no enferma físicamente. Para ellos, es más fácil pensar que están enfermos que admitir el miedo a enfrentarse con una situación. Por eso, a veces con la hipocondría se sienten más tranquilos y no se ocupan de sus miedos reales, que nada tienen que ver con la salud. Puede ser que no se animan a cambiar de trabajo o a enfrentar una situación de pareja. Entonces, la hipocondría los entretiene y los distrae de otra cosa».
Miedo, miedo y más miedo:
«En general, detrás de un hipocondríaco, hay miedo al no control. Estas situaciones relacionadas con enfermedades provocan miedo a no poder controlar la situación. Hasta ahora, el mundo era más controlable: estaba mal pero vos ya sabías que los enemigos eran menos invisibles. Con el coronavirus, el miedo está bien localizado pero, al ser tan novedoso, el hipocondríaco es consciente de que no va a poder controlarlo. ¿Por qué ven, por ejemplo, muchas películas sobre enfermedades, epidemias o pandemias? Porque sienten que, así pueden controlar lo que pueden sentir frente a esto: observan cómo hicieron otros, cómo salieron a flote… Y lo hacen, porque quieren encontrar alguna punta. Ponen la televisión y ven el modelo de Italia, de Francia, de España, de Estados Unidos, de Suecia… Y aún acá no se sabe qué modelo vamos a tener. Entonces, mirando ese tipo de películas, quieren buscar un modelo que, en realidad, no hay forma de controlar… pero buscan poder entenderlo.
-El hipocondríaco es una persona que le tiene mucho miedo a la vida:
Tienen muchos temores y sienten que el miedo los controla. Por eso, están muy atentos y tienen una personalidad que se identifica con todo lo que escucha y lo que ve. “Si le contás que tuviste, por ejemplo hepatitis, te va a preguntar los síntomas y, mirando para atrás, va a pensar que también tuvo esa enfermedad porque cree que sintió algo parecido. Y es porque, de esa manera, busca darle un nombre específico a las cosas que le pasan”, expresa Goldberg.

Los consejos de Beatriz Goldberg para tener en cuenta
«El hipocondríaco vive en un permanente estado de alerta muy fuerte. Vive con un gran estado de ansiedad de que algo malo le va a pasar. Eso puede llevar a que disminuyan los valores de la gammaglobulina emocional y, así, bajar las defensas. Y ahí, es cuando uno puede no tener la enfermedad que lo atormenta, en este caso el coronavirus, pero sí generar otra. Una persona no puede controlar todas las situaciones de la vida y, cuanto más atento está a que le pase algo, parece que se da como una ley de atracción.
Todo el tiempo están llamando a las cosas negativas, porque el miedo los intranquiliza, les provoca una baja de las defensas y, a veces, pueden desarrollar otra cosa: no la enfermedad que ahora les quita el sueño. Tanta intranquilidad permanente puede provocar algo leve -como un dolor de panza o una faringitis- aún más con el encierro. Porque todo esto, potenciado con el encierro, provoca una angustia mayor.
La cuarentena obligatoria puede llevar a hacer una introspección que, en muchos casos, puede ser positiva para conocerse aún más, pero en otros casos genera mucha angustia. Depende cómo el aislamiento obligatorio nos encuentre a cada uno. Pero la introspección, al igual que ocurre en cada fin de año, da miedo.
Hay que tratar de poner la mente en cosas positivas y hablar de otros temas que no sean el coronavirus. Evitar la introspección de lo físico, para no estar atentos a qué síntoma tiene el otro, la cantidad de muertos… Cuando sos hipocondríaco, o tenés tendencia a serlo, toda esta información y estas estadísticas que escuchamos a diario te angustian mucho más.
Otro punto importante es no estar mirando siempre lo negativo y concentrarse en lo positivo, como en los pacientes curados – no solo en los que permanecen contagiados o, directamente, en los fallecidos- en las vacunas que se están desarrollando a toda velocidad, y en las medicaciones ya disponibles. Hoy en día, hasta el que no es hipocondríaco, está en sintonía con el que sí lo es: todo el mundo está permanentemente pensando en el coronavirus y eso es un festín para el que padece este trastorno. Y claro: hay que estar muy fuerte para no engancharse en la hipocondría generalizada», finalizó la psicóloga Beatriz Goldberg.



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