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Santiago Maldonado está muerto; no matemos también a la verdad

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El viernes a última hora salió el juez Gustavo Lleral de la autopsia que 55 personas hicieron sobre el cuerpo de Santiago Maldonado y dijo que no había lesiones, ningún disparo, ningún hematoma, ninguna herida o raspón, ningún ahorcamiento.

O sea, no fue «chupado y se les quedó en la tortura», como dijo Jorge Asís con absoluta irresponsabilidad y como si supiera de lo que estaba hablando.

Ni fue detenido, golpeado y metido por la fuerza en una camioneta Unimog de la Gendarmería como dijo el testigo Matías Santana que había podido ver porque estaba en una loma, sobre un caballo, y con unos prismáticos, que luego perdió.

Fueron varios los testigos mapuches que dieron una versión similar. El ahora conocido como «Testigo E», que también dijo que vio cómo se lo había llevado la Gendarmería, porque estaba junto a él; y otras personas de la comunidad mapuche del Pu Lof de Cushamen, cuyos testimonios fueron manipulados a la vista de todos, porque un canal filmó cuando una abogada presionó a una de ellas para que negara algo que le estaban preguntando.

Desde el minuto uno, la comunidad mapuche mintió. A sabiendas de lo que había pasado. Y hubo, por lo menos, una organización de derechos humanos, el CELS, que la ayudó a instalar esa mentira, seguramente también a sabiendas. En ningún momento facilitó que el mapuche que después contó lo que había pasado, dijera lo que había visto. Todo lo contrario. Lo ocultó. ¿No será pasible el CELS de encubrimiento?

El Gobierno dudó desde el comienzo del relato de la comunidad mapuche. Y ante la inculpación que hubo automáticamente de que Maldonado había sido secuestrado por Gendarmería, defendió -también automáticamente- la actuación de la fuerza de seguridad. Con torpeza, con limitaciones técnicas notables (no pudieron hacerle a los gendarmes la prueba del polígrafo, porque no tienen ni la aparatología, ni los técnicos), se dedicaron más a defenderse que a buscar al joven.

Además, no tenían cómo hacerlo. La comunidad no ayudaba, no lo dejaba al juez Guido Otranto ingresar al Pu Lof y cuando, finalmente, pudo hacerlo, lo hizo con enormes dificultades, ya que los perros no pudieron ir a donde querían. Es tierra sagrada. Aún hoy los técnicos que lograron ingresar dicen que hubieran querido quedarse más tiempo. Y que no trabajaron con tranquilidad.

El Gobierno siempre fue el más interesado en que Maldonado apareciera con vida. Puso todos los recursos humanos, económicos, logísticos y económicos para lograrlo. No dudó un segundo en eso. Y siguió el caso desde el comienzo. Infobae fue el primer medio que puso una nota hablando de la preocupación que el Presidente tenía al respecto.

Como se hace en cualquier investigación, pusieron una recompensa, y fueron investigando cada uno de los llamados que fueron recibiendo. Obviamente, dados los vínculos entre la comunidad RAM de Argentina con la comunidad CAM chilena, imaginaron un complot y que se había escapado por los múltiples pasos que hay en la montaña. Se transformó en la hipótesis más firme. Me constan varios viajes de funcionarios a Chile buscando el paradero de Maldonado. Todos fracasaron.

Claro. Porque Santiago presumiblemente nunca salió del río, al que entró porque lo perseguía la Gendarmería, actuando con orden judicial, porque se había cometido un delito federal: cortar una ruta nacional. Los demás pudieron cruzar, y liberarse de la persecución. Maldonado no. ¿Por qué? No lo sabemos. Lo dirán las pericias. Pareciera que no estaba preparado ni física ni emocionalmente para una acción de esas características. No sabía nadar, era un joven idealista, pacífico, vegetariano, contrario a toda violencia.

Las pruebas indican claramente que ningún gendarme lo mató. ¿Por qué insistir con lo que a todas luces es falso? Es evidentemente que murió como consecuencia de esa persecución a la que fue sometido. ¿Pero no hay que correr a los que cometen delitos? ¿Cómo son las cosas? ¿Hay que dejar que todo el mundo haga cualquier cosa, en cualquier momento, y como se le da la gana? ¿Eso es democracia?

El juez Lleral está actuando en forma impecable. Con enorme tacto, se mueve con la familia y deja de lado al Gobierno, al que solo contacta para pedirle más recursos. Es lo que tiene que hacer. Moverse con absoluta independencia del poder político.

Es tristísimo que Santiago Maldonado esté muerto. Ojalá no hubiera sido así. Ahora no matemos también la verdad. Dejemos que los hechos hablen. No cometamos la infamia de seguir con la mentira que nos quisieron imponer vaya a saber con qué objetivo. Que el juez y su equipo trabajen tranquilos. Lo que ellos digan, será.



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