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Una miniciudad campamento le da las primeras puntadas al gasoducto Néstor Kirchner

Hay poco alrededor que lo delate. Movimiento de camiones, sí: no tanto como en la zona de Añelo, pero más del habitual para este tramo de la Ruta 151 y con tubos de 36 pulgadas a cuestas. Campo adentro, a mitad de camino entre Catriel y el municipio de Campo Grande, en Río Negro, un enorme campamento le está dando las primeras puntadas a lo que será el gasoducto Néstor Kirchner.

Unas 500 personas trabajan allí diez horas al día. Para el próximo mes, pretenden triplicar la cifra. Esta miniciudad donde conviven los trabajadores que harán «la obra más importante de los últimos 40 años» se montó hace poco más de un mes y medio en la zona de La Escondida. Su dueño, Rubén Figueroa, le alquiló parte del terreno, lindante al yacimiento Entre Lomas, a la UTE Techint-Sacde, la ganadora de la licitación para la construcción de este primer tramo de 220 kilómetros hasta La Pampa.

– ¿Sos nuevo ingreso?

La visita de RÍO NEGRO se confunde con recorrida de inducción porque, en este lugar, nunca extraña ver una cara nueva. «Entra gente todos los días», explicó Gustavo Castillo, jefe del campamento. Es sanjuanino, uno de los «foráneos» que vinieron a trabajar en la planta de acopio y doble junta de la región. Se levanta a las 5:30 para viajar diariamente desde San Patricio del Chañar. Está tratando de tramitar un alojamiento en Catriel, una de las ciudades más cercanas al campamento.

¿Cuándo es la hora pico acá? «Uf, todo el tiempo», aseguró. La jornada comienza a las 8, con la llegada de los colectivos y combis que suman a unos 400 trabajadores a los 100 que se levantan en el «barrio» de tráileres que se acomodan en forma de U. A las 18, el turno se termina. Los llamados «foráneos» (de otras provincias) y los que son de la región, pero de distancias que no permiten el viaje diario, buscarán refugio en las habitaciones, el comedor o en la sala de recreación, siempre que no se esté usando para alguna reunión o capacitación como la que hubo el miércoles: «Diversidad cultural y acoso laboral».

En ese mismo espacio, acondicionado con un televisor de no menos de 43 pulgadas, los trabajadores que viven en el complejo podrán ver el debut de la selección argentina en el Mundial de Qatar 2022. A quienes llegan en colectivo, ese día los pasarán a buscar a las 9.

Según describió Castillo, hay «muchísima gente de Catriel», de Villa Manzano, de Sargento Vidal, de Contralmirante Cordero, de Cinco Saltos, de San Patricio del Chañar y hasta de Neuquén capital.

Para diciembre y enero, se espera un pico de 1.500 personas trabajando en el campamento. Los módulos habitacionales tienen capacidad para 250 personas, pero hoy están ocupados la mitad. Castillo anticipó que el campamento que se está montando en 25 de Mayo, La Pampa, tendrá lugar para 700 personas.

«Todos los que están acá, en algún momento se van a ir para allá, más gente nueva que se va a sumar», explicó. Por el momento, están terminando las tareas de suelo y esta semana ya podría comenzar el montado de las estructuras.

Una planta de combustible y hasta helipuerto


El de la Ruta 151, que corresponde al kilómetro 60 de la traza del gasoducto, es por ahora el principal en este tramo. La UTE Techint-Sacde se adjudicó tres de los cuatro renglones de la licitación pública. Este es el primero, que abarca 220 kilómetros de traza desde Tratayén hasta 25 de Mayo.

«Primero se comienza con la apertura de pista: van las máquinas abriendo el camino por donde va a pasar el gasoducto. Detrás, viene la gente de zanjeo. Detrás, los ‘tiendetubos’ tirando la cañería. Detrás, los soldadores y, detrás, la gente de bajada y tapada», sintetizó el proceso Castillo.

Todavía se está en la etapa de armado de campamentos y playa de máquinas. En la zona de Tratayén, indicó que ya están trabajando con apertura de pista y zanjeo, pero no aún con cañería. La presentación de los tubos que transportarán el gas de Vaca Muerta «va a pasar en los próximos días».

En este centro de acopio se van almacenando los tiendetubos en la playa de máquinas, llegan grúas con camionetas 0 kilómetro, camiones desde Villa María con los tacos que se usarán para nivelar los caños, otros de servicio de agua y catering que llegan desde Añelo.

En el corto plazo, el campamento tendrá su propia planta de combustible. «Se va a hormigonear toda la base y ahí van a estar los tanques que abastecerán a todos los equipos. También se va a armar un taller de mantenimiento de equipos pesados», añadió. En un sector del enorme predio se está removiendo el suelo para montar un helipuerto.

En números

10.000
puestos de trabajo directos y otros 40.000 indirectos estiman que generará la construcción en todo su recorrido.

Que lo vea Cristina


«Todos los días entra cantidad de equipos y camiones porque esta es una obra monstruosa, la más grande en el país en los últimos 40 años», sostuvo Castillo.

Los trabajadores comparten esa sensación de estar haciendo algo grande. También está bastante presente el tono político de la obra, anunciada por el presidente Alberto Fernández en la zona, y disputada por la propia interna del Frente de Todos. «¿Esto es para que lo vea Cristina?», se animó a bromear un operario. La Televisión Pública ya visitó el campamento para hacer un documental.

El gasoducto Néstor Kirchner está a cargo de la estatal Enarsa y abarcará una extensión de 573 kilómetros, desde Tratayén a Salliqueló. Debería entrar en funcionamiento para junio de 2023. Una vez operativo, el proyecto permitirá ahorrar más de 2.900 millones de dólares al año por la sustitución de importación de combustibles y reducción de subsidios.

Diez soldaduras por hora


Una de las novedades que trae la construcción del gasoducto Néstor Kirchner es la incorporación de dos plantas de doble junta para agilizar la soldadura de los caños de 36 pulgadas que son el núcleo de la obra. En el campamento del kilómetro 60 de la traza está una de las dos que trajo la UTE Techint-Sacde.

«Esperamos una cantidad enorme de caños por eso nos vamos ampliando cada vez más. Se retrasó un poco el comienzo de la bajada, pero la producción en Buenos Aires sigue, por eso necesitamos ir ampliándonos para recibirlos», explicó Gustavo Castillo, jefe del campamento.

En la planta de doble junta trabajan unas 50 personas, en su mayoría soldadores experimentados «de todas las provincias» que acompañan a su jefe, Daniel Roura, desde hace 20 años. «Lo importante es que siempre se sigue sumando gente», describió.

En esta instalación se convierten los caños de 12 metros al doble de su extensión. Primero, se les cambia la conformación de los biseles con las máquinas que contiene la planta. Una vez hecho, tubos pasan a la primera estación de soldadura y, luego, se posicionan los dos caños «perfectamente a tope» para que puedan ser soldados y quedar de 24 metros de longitud. Tras ese proceso pasan a una última estación, en donde se le da una soldadura más, exterior.

«Acá no estamos todavía con la línea de producción a full, estamos haciendo pruebas, calificando operadores y demás. Ahora es muy lento, pero después es súper dinámico», aclaró Roura. La cuenta es de diez soldaduras por hora.

Terminado el proceso, una suerte de radiólogos de caños hacen una placa para determinar su calidad bajo un criterio de aceptación o rechazo. «Acá no sale ninguno que tenga algún defecto», dijo Roura. Indicó que el rechazo es menor del 1%, «es un proceso muy noble».

(Rìo Negro)



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