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Análisis: la perversa doble moral del Gobierno

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La historia muestra que al kirchnerismo le cuesta cumplir las medidas que ellos mismos imponen. Consideran que tienen derechos que están por encima de los que la Constitución o la Justicia aplican para un ciudadano común.
Mientras las principales autoridades políticas del país exigían -y hasta amenazaban con insultos y sanciones judiciales- a los ciudadanos para que no salgan de sus casas, prohibiendo cualquier tipo de reunión, el matrimonio presidencial realizaba en la Quinta de Olivos fiestas que nada tenían que ver con el trabajo de un primer mandatario.
Las fotos que circularon en las que se observan amigos y amigas de su entorno festejando cumpleaños en uno de los peores momentos de la crisis sanitaria, reflejan el grado de impunidad con el que se maneja cierto sector de la política argentina. El presidente en su momento negó todo. Pareciera que la propensión a la mentira es incontrolable.
Es enorme el cinismo del Gobierno Nacional. Los argentinos no podían despedir a sus muertos, no se les permitía ver a sus familiares y durante más de un año los chicos no pudieron ir al colegio, con el daño social y psicológico que todo esto terminó acarreando. Pero en la Quinta de Olivos, la fiesta seguía.
La historia muestra que al kirchnerismo le cuesta cumplir las medidas que ellos mismos imponen. Consideran que tienen derechos que están por encima de los que la Constitución o la Justicia aplica para un ciudadano común. Se autodefinen como una casta aparte.
El antecedente más cercano a las fiestas en Olivos lo podemos encontrar en el caso del “Vacunatorio VIP”. Un hecho que generó indignación en la mayor parte de la ciudadanía que observaba atónita como amigos del poder, periodistas ligados al kirchnerismo y diputados del oficialismo, saltaban la cola para poder vacunarse antes que el resto. «Solo me arrepiento de no haberme sacado la foto”, ironizaba el procurador del Tesoro de la Nación, Carlos Zannini, en una entrevista luego de trascender el listado de personajes que se habían vacunado sin respetar el protocolo que había anunciado oportunamente el Gobierno. Con ese comentario parecía que el funcionario se reía de todos los argentinos que padecían en ese entonces angustia por la falta de vacunas y la tristeza por la muerte de familiares que no pudieron acceder a tiempo a ellas.
En este esquema de poder que impone el kirchnerismo, la moral y la ética son valores relativos. Con este modelo de pensamiento, el Gobierno las utiliza con una perversa conveniencia en cada momento y según de quién se trate.
 
(Javir Lojo – Río Negro)

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