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El caso Lucio Dupuy, el odio de “género” y el por qué de la invisibilización del caso

A fines del 2022 se produjo el juicio (a puertas cerradas por encontrarnos con víctima menor de edad) a Magdalena Esposito Valenti (madre del niño) y su pareja Abigail Páez, por el crimen del menor Lucio Dupuy, un niño de tan solo 5 años que murió por golpes propinados por las dos mujeres, las cuales se encuentran imputadas a la espera del veredicto. Ambas enfrentan una posible condena que, por la calificación que tiene, no puede ser otra que una pena perpetua. La defensa planteó en su hipótesis que los golpes eran para castigarlo, no para matarlo, queriendo dejar en claro que no hubo dolo homicida y así bajar la pena.

Ahora bien, ¿por qué hay bastante invisibilización del caso en ciertos sectores y por qué poco se habla sobre la calificación del odio de género, que forma parte de una de las imputaciones a estas dos mujeres?

Para hacer una síntesis histórica de lo sucedido, es necesario conocer que Lucio vivía con sus tíos desde junio del 2019, a través de una guarda provisoria que los propios padres habían consentido, ya que el padre vivía lejos por cuestiones laborales y su madre no podía ir a General Pico por no tener una economía que así lo permita. Esto fue parte de un acuerdo luego homologado en la justicia.

En el 2020 Magdalena, su madre imputada, procede a reclamar la tenencia de Lucio basado en que había formado una pareja estable con una mujer y que había iniciado un proceso de venta de tortas, que había alquilado un departamento y podía recibir a su hijo.

Luego de varias circunstancias, que incluyeron una denuncia de la madre por impedimento de contacto a los tíos de Lucio y demás, se terminó entregando la tenencia a la misma, sin conforme ha trascendido públicamente, la realización de ningún informe previo ni estudio por parte del juzgado para ver si esto era correcto. Sobre todo, una inacción de la defensa de menores quien es la encargada de velar por los derechos del niño, quien en un escueto informe dictamina favorablemente.

Y aquí el punto. Es que hoy, el interés por parte de algunos funcionarios judiciales de mostrar una actuación con “perspectiva de género”, llevó a que sea mucho más importante visibilizar que una pareja del mismo sexo podía mantener la tenencia de un niño, más que pensar si ese niño estaría bien en ese lugar. El género termina por encima de lo razonable, de lo lógico y de los hechos.

Incluso cuando el niño ingresó al hospital con golpes y fracturas, se produce una inacción de los intervinientes del hospital público. Nadie hizo nada, ni hubo denuncias, seguramente porque eran dos mujeres. Es imposible pensar que ninguno de los que atendió a Lucio se dio cuenta que a ese niño le pasaba algo.

La visión de actuar con “perspectiva de género” llevó a sesgar lo que era mejor para el niño, estudiar si dicha opción era viable para la su integridad física y emocional y, los temores o la reticencia de actuar contra dos mujeres llevó a que nadie denuncie esta situación, sumado a que cada vez que el padre solicitó tener el cuidado personal del niño, esto no fue analizado. ¿Imaginan lo que hubiese sido si después del ingreso con fracturas al hospital, se hubiera quitado la tenencia del mismo y se la hubieran dado al padre? Se habría dicho “justicia patriarcal”, “que se lo quitan por ser dos mujeres”, cuando en realidad, esto hubiera sido lo lógico por los hechos que vivía Lucio y no por quiénes eran a quien se lo sacaban.

Pero vamos más allá. Lucio tenía lesiones en los genitales. Lo que lleva a la fiscalía a indicar que hubo odio de género, por ser varón y que muchos de los golpes están dados por esa condición. De esto también se habla poco, porque es sostener que la violencia no tiene “géneros”, cosa que incomoda.

En definitiva, no todo se puede generalizar. Hay padres y padres. Hay padres que no pueden tener a su hijo y otros que sí. Hay madres que seguramente protegerán a su hijo, pero otras no. Y claramente este caso es un gran ejemplo que debe llevar a la justicia a la reflexión. Una cosa es modificar patrones socioculturales arraigados de evitar todo tipo de violencia contra la mujer, cuestión que todos estamos de acuerdo. Otra es que eso invalide cualquier análisis fáctico, lógico, jurídico.

Lucio Dupuy es una víctima de dos mujeres que lo asesinaron. Pero también fue víctima de un Estado pasivo que necesita reflexionar y encontrar equilibrio para que no vuelva a ocurrir un caso como este. La ley Lucio, al menos, es un inicio para ello.

 

Adrian Torres – (NoticiasNet)



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