Al menos una vez por semana, la mayoría de las personas realiza alguna acción. Por ejemplo, va hacia otra habitación y, después de pocos segundos, no recuerda bien qué iba a hacer.
Esta situación, como muchas de las que suceden en el día a día, está relacionada con la neurología. El neurólogo Saul Martínez-Horta reveló cómo funciona el cerebro cuando sucede este fenómeno en la vida cotidiana.
Qué dice la ciencia sobre los «olvidos espontáneos»
El doctor Saul Martínez-Horta, neuropsicológico en el Hospital de Sant Pau y director de la Unidad de Neuropsicopatología del Centro de Diagnóstico e Intervención Neurocognitiva de Barcelona, publicó un libro «¿Dónde están las llaves?».
En su obra, el especialista explica por qué el cerebro puede jugarnos una mala pasada.
«Este tipo de errores, como entrar en la cocina y no saber qué íbamos a hacer, suceden en relación con un tipo de memoria o proceso amnésico que se llama memoria prospectiva y que, al igual que otras formas de errores de la memoria, en la mayoría de los casos tienen un carácter absolutamente benigno y profundamente mediado por el componente atencional«, señaló Martínez-Horta en su libro.
«Normalmente, lo que nos hace olvidar lo que debemos hacer es la saturación del sistema y la distracción mediada por otro acontecimiento», aportó el doctor.
¿Qué es la memoria prospectiva?
La memoria prospectiva son los procesos que permiten recordar o hacer un acto en el futuro. Por ejemplo, si una persona se levanta y va a la cocina a buscar un tenedor y, de repente, su pareja le dice que le acerque el celular. Luego de cumplir con ese pedido, quizás no recuerde qué iba a hacer en la cocina.
Al respecto, Martínez-Horta advirtió: «La pérdida del orden sería consecuencia de la irrupción de una orden nueva, que la habría situado por encima de la que se había elaborado primero».
También es posible que este suceso ocurra en caso de dirigirse a la cocina y recibir el estímulo de la televisión u otro objeto, lo que provoque el olvido de la primera orden.
El neuropsicológico concluyó que «la orientación involuntaria de la atención a un nuevo acontecimiento habría facilitado que la nueva información ocupara el lugar de la que teníamos en primer lugar en nuestra memoria de trabajo«.