Catriel: falleció el primer bombero. Tres días de duelo
Este viernes falleció Jorge Goinehx, uno de los fundadores y primer jefe del Cuartel de Bomberos de Catriel.
Según pudo recrear este medio, Goinex llegó a la localidad en el año 1.977 desde el Alto Valle con la misión de crear el cuerpo de bomberos, convocó a un grupo de vecinos ya que era una necesidad imperiosa recibiendo apoyo de inmediato. Así, se sumaron los Debasa, los Krapp y otros tantos colaboradores. Un año después se logró la personería jurídica.
A partir de entonces y por varios años dirigió la institución sumando cada vez más recursos y personal.
Goinehx tenía 75 años. Sus restos serán velados este sábado desde las 11:00 hs en sala de calle Zurita 55 y serán inhumados en el cementerio local alas 18:00 horas.
El Presidente de la Comisión Directiva informó que la Asociación tendrá 3 días de duelo.
ASI LO DESPIDIO EL VECINO Y ESCRITOR NESTOR TKACZEK
EL SUPERHÉROE DEL BARRIO.
A mediados de la década del 70, no había tantos superhéroes como ahora nos quiere hacer creer Marvel, eran poquitos: Batman y Robin, que nos llegaban por la TV en blanco y negro y Súperman, por medio de las historietas y luego por algunos dibujitos animados. A los pibes del barrio mucho los superhéroes no nos interesaban. El barrio terminaba en la calle Mendoza al fondo y el fondo era el campo. Y en ese barrio estaba la pandilla, la del barrio Sícolo, como se llamaba antes, la del barrio de los bomberos como le llamaban después. En unos lotes baldíos hacíamos nuestros estadios que atesoraron mil y una gambeta, nuestras pistas de autitos, y también las pistas de bicicross, las peleas con espadas, etc. Esa pandilla la integraban los Erausque, Marcelo y Fabián; los Medel, Mario y Néstor; los Tkaczyk, Francisco y “Negrito”, Los Krapp, Claudio, Alejandro, Hugo y Adrián; los Tkaczek, mi hermano Daniel y yo; también los siempre recordados Mauricio Garrido, Carlos Deltetto. Siempre se agregaban otros de calles cercanas, pero el núcleo principal era ese. Y un día, en el viejo galpón de Mendoza y el pasaje Sícolo, llegaron los bomberos a instalarse. Bah, llegó una vieja autobomba y un bombero que se convirtió, pasado el tiempo, en el superhéroe del barrio. Era una especie de Clark Kent con uniforme, solo que mucho más afable, simpático y buena gente. Jorge Goinex fue nuestro Súperman, ese que mirábamos con respeto y admiración, el tipo que salía a enfrentar el peligro con una agilidad y decisión asombrosa; pero al mismo tiempo el que nos dejaba jugar en el cuartel, el que se mezclaba con nosotros en la canchita, el que nos separaba cuando de los juegos pasábamos al boxeo. El que nos aconsejaba a aquellos que lentamente dejábamos la infancia y nos íbamos metiendo en el terreno pantanoso de la adolescencia. Muchos de la pandilla fueron cadetes de bomberos, otros no lo éramos pero nos pasábamos mucho tiempo en ese galpón. Y ni hablar cuando la sirena atronaba al barrio, todos corríamos para ver qué era y hacia dónde salían y por ahí dar una mano en los preparativos.
El tiempo dispersó a la pandilla, muchos se fueron y no volvieron, otros sí. Y para mi sorpresa, nuestro Súperman seguía allí; hasta que un día nos enteramos que el querido Jorge ya se había retirado y los bomberos cambiaron su cuartel a la dirección actual.
Después nos acostumbramos a verlo pasar raudo en su moto, con los pelos al viento, mientras nos gritábamos nuestros nombres. Cada vez que nos encontrábamos nos abrazábamos con mucho afecto, quizás él veía en mí, al pibe que fui; quizás yo veía en él al Súperman de mi infancia. Descansa en paz querido Jorge. Buen regreso a Krypton.