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El juego problemático, una pandemia invisible que amerita atención y reflexión

Los casinos y las loterías tradicionales están trabajando a fondo para evitar esta adicción. Pero con el Covid-19 y los confinamientos hubo un auge de las apuestas online, donde el riesgo es aún mayor en nuestros adolescentes.

La pandemia del coronavirus dejó un tendal de muertos que aún hoy en día seguimos llorando, miedos y secuelas que son difíciles de reiniciar y una temeraria sensación de fragilidad, de que todos somos finitos.

Las cuarentenas que se implementaron en todo el mundo también marcaron un antes y un después en la vida de las personas. Algunos quebraron sus comercios, otros perdieron todos sus ahorros y se generó una nueva moda que mantiene a los más jóvenes en riesgo latente: las apuestas online.

Las formas en las que nombramos al mundo forjan nuestro pensamiento, nuestros prejuicios, nuestra manera de ver a la realidad. Por ende, desde hace años la Asociación de Loterías, Quinielas y Casinos Estatales de Argentina –ALEA- acordó con todos sus miembros en enterrar antiguos términos que pueden llegar a ser estigmatizantes, como “ludopatía” o “ludópatas”.

Para hablar con propiedad, ahora se debe reemplazar la denominación de “ludopatía” a “juego problemático” y las personas que tienen esta enfermedad son “jugadores problemáticos o patológicos”. Esta cuestión es una tarea de todos los días, ya que la expresión de “ludópatas” es ampliamente repetida por los ciudadanos de a pie, en las redes sociales y en los medios de comunicación.

Así como hay mucho trabajo en las nuevas formas de nombrar a este problema, desde las loterías de todo el país, y por ende la Lotería de Río Negro, se han puesto a trabajar a fondo en la prevención y en la recuperación de los jugadores patológicos, con planteles de psicólogos y terapeutas, donde las familias y los amigos son fundamentales.

El juego es divertido hasta que se vuelve un exceso, como todo en la vida. Es bueno estar conectados con viejos amigos a través de las redes sociales, pero si estamos la mitad de nuestro día en Facebook, en Instagram y en TikTok ya es un problema. Comer una o dos hamburguesas en un restaurante una vez a la semana puede ser un gran plan, pero excederse con las comidas chatarras ya es nocivo. Y así miles de ejemplos.

Los casinos tradicionales también tienen una estricta política de excluir de las salas a los jugadores patológicos. El problema de siempre es que el límite siempre está en el propio afectado, que muchas veces pierde a sus vínculos más cercanos por este mismo padecimiento.

Uno de los grandes temas en los jugadores problemáticos es que cambian sus lugares en dónde apostar, por lo que no basta con excluirlos de un solo sitio. Y ahora el desafío es doblemente complicado porque hay una proliferación de sitios en línea para los vicios. Los casinos online, las apuestas deportivas, los “fichines” que se cargan a demanda, las plataformas diseñadas para jugar en red, hay muchísimos canales con pocas regulaciones y donde el freno depende únicamente de los jugadores.

La palabra de una experta

La Licenciada en Psicología y una eminencia a la hora de abordar el flagelo de juego problemático, Débora Blanca habló con Radio Noticias y expuso algunas cuestiones de relevancia. La facultativa realizó presentaciones en Jornadas Científicas en Madrid, en Barcelona y en Pamplona, estuvo a la cabeza de columnas sobre la temática en Radio Palermo y Cooperativa, posee un serie de videos en Youtube denominada “Adicciones y sus ficciones y viceversa” y tiene tres libros publicados: «Cuando el juego no es un juego ¿es una adicción» junto a Susana Jiménez Murcía, «La adicción al juego ¿no va más?» con Luz Mariela Coletti y «Tratado sobre el juego patológico» con Mauro Croce y Susanna Petri.

En conversación con este medio, Blanca dijo que están advirtiendo que los jugadores online no sólo están problematizados con las apuestas sino también con el celular. “Con él juegan, y a él llegan promociones e invitaciones a apostar, de distintas empresas, aunque el jugador haya realizado la autoexclusión”, consideró.

Asimismo, mencionó que el juego problemático “es la adicción a los juegos de azar, de apuestas y está dentro de un grupo de adicciones que se llaman comportamentales porque no hay sustancia, a diferencia del alcoholismo, del tabaquismo, la adicción a la marihuana, a la cocaína, a los psicofármacos, a las pastillas y a cualquier sustancia” y existe desde que se inventó el primer juego de azar, desde que se empezaron a tirar los dados y hasta hoy.

Y expuso que en 2020, con la pandemia y con la cuarentena, sucedió algo inédito en la historia, que fue que los casinos y los bingos tuvieron que cerrar. “Los adictos al juego no pudieron ir a jugar y fue una abstinencia forzada, que venía de afuera, y ahí apareció todo lo que tiene que ver con lo online, que en nuestro país en ese momento era ilegal. Se legalizó el juego online a finales de 2020 y a partir de ahí ya aparecieron publicidades, youtubers, instagramers, influencers, relatores de fútbol y cambia el circuito, todos te dicen que apuestes en todos lados y desde el celular”, citó.

Además, subrayó: “Hay un pensamiento mágico que prima en la cabeza del adicto al juego. Queda borrada la realidad, se queda muchísimo tiempo apostando, destina dinero que era para otras cosas y deja de hacerlas. Todo va al juego, su tiempo, su dinero, se recortan los vínculos, empieza a perder el interés y el deseo en lo que antes le daba interés”.

El recorrido del jugador patológico es el de cualquier otro adicto: “el aislamiento, el empobrecimiento económico, ya no crecen, renuncian al trabajo o lo despiden porque robaron, dejan la universidad, empieza a verse un camino de empobrecimiento porque empezó a depender emocionalmente del juego. Empieza a sentir una satisfacción que no encuentran en ningún otro lugar y por eso es una adicción”.

Por último, resaltó: “La familia del adicto es fundamental para que se cure o para que siga consumiendo, por supuesto que la decisión siempre va a ser del adicto. Pero no es lo mismo tener a una familia coadicta, con cierto grado de complicidad, de negación, de mirar para el costado, que una que dice que esto no puede ser así y empiezan a poner límites. La posición de la esposa o el esposo, de los hijos, de los padres, de los hermanos y de los amigos es fundamental. Si la familia le sigue dejando manejar el sueldo va a terminar todo en la máquina tragamonedas y la familia se tiene que hacer cargo ni debe pagarle las deudas. La familia tiene que pedir ayuda terapéutica”.



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