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Femicidio de Patricia: Qué dijeron los primeros testigos

En el relato de los primeros testigos, la fiscalía apuntó a los últimos mensajes que salieron de su teléfono: sus amigos reconocieron que ella «mandaba audios porque no quería que se le rompan las uñas».

A horas después de haberla hallado asesinada, al cuerpo de Patricia Rendón le faltaba un dedo. En el segundo día del juicio por el femicidio de la mujer de 31 años, la fiscalía centró su interrogatorio en la forma en la que la víctima se comunicaba con sus amigos por mensajes. La hipótesis es que el único imputado, su ex, Fernando Cronenbold, lo hizo para poder desbloquear el teléfono y así escribir textos por WhatsApp como si fuese ella.

Para la querella, el móvil del femicidio es claro: la mató porque ella había comenzado otra relación amorosa e incluso tenía planeado viajar a Italia, donde pasaría unos meses con su novio. Es más, el día en que desapareció iba a viajar con una amiga a Buenos Aires, donde debía completar unos trámites en la embajada para obtener la visa.

Después de la primera audiencia con los alegatos de apertura, donde el abogado del acusado volvió a hacer referencia a la loca teoría de los dos narcos con acento colombiano que llegaron a Catriel a cobrarse una deuda y que lo obligaron a enterrarla en un campo petrolero a unos 80 kilómetros hacia Casa de Piedra. También, el juez Guillermo Baquero Lazcano aceptó que las partes y el jurado popular se traslade hasta ese lugar para hacer una inspección ocular. Asimismo, ingresaron a la casa del acusado, donde según la teoría del caso, fue el escenario del crimen.

En esa recorrida, Croonenbold aceptó responder preguntas del fiscal Gustavo Herrera, pero no del abogado particular Marcelo Hertzriken Velazco. Insistió en que llegó al lugar amenazado por los narcos, quienes además lo obligaron a enterrar el cuerpo. Mientras explicaba lo que había sucedido, rompió en llanto y allí intervino el defensor Rubén Antiguala para que terminara la declaración.

Ya en la segunda jornada, la querella comenzó con el interrogatorio a los testigos: todas amigas de Patricia, quienes recibieron mensajes del celular de ella mientras estaba desaparecida. Precisamente, este aspecto es central para la fiscalía. A la víctima le cortaron un dedo y el acusado, ya detenido y dentro del calabozo de la Comisaría 9°, tenía escondido en una de sus botas el celular de ella.

          El acusado indica el lugar donde eneterró el cuerpo de la víctima (a 60 kilómetros de Catriel)

«Pati nunca mandaba mensajes de texto, siempre enviaba audios porque era muy coqueta y tenía las uñas largas y le costaba escribir», reconoció la primera testigo. La misma frase, calcada, manifestó la empleada de la tienda de Rendón. Esta mujer brindó datos más explícitos. Es que ella debía recibir la llave del local para abrirlo y ante la demora le envió un mensaje, la respuesta fue muy llamativa porque le escribió que «Fer» se la llevaría: «Siempre lo llamaba Fernando». 

No llama la atención esto porque, aunque tenían una hija en común que durante el viaje no iba a quedar a cuidado del padre, la relación de Patricia con su ex pareja era muy mala. Había sufrido algunos episodios de violencia de género, pero de todas maneras mantenían un trato por la niña.

Ambas reconocieron que mientras ella estuvo desaparecida, sospecharon de Cronenbold. Por eso, la amiga con la que iba a viajar a Buenos Aires llegó a la Comisaría 9° de Catriel el mediodía del 28 de junio del año pasado para denunciar la ausencia. Es que «ella nunca hubiese perdido el vuelo».

También relató que fue hasta la casa de Cronenbold y contrariamente a lo que sucedía siempre, el Renault Fluence gris, estaba dentro de lo que sería la cochera. «Nunca lo guardaba». Ese mismo auto fue el que conducía el ex de Patricia cuando fue detenido en el acceso sur de Catriel cerca de las 7 de la tarde. Las pericias indicaron que en el baúl habían rastros de sangre compatible con la de la víctima.


      Lorena. La amiga que denunció la desaparición. Declaró hoy

La querella cree que la mató en su casa, la envolvió en una manta y la cargó en el baúl. Luego viajó a un campo cerca de Casa de Piedra, en la zona de Medanito Oeste, donde él había trabajado hace un tiempo, y la enterró. Cuando volvía a la ciudad, fue cuando lo interceptó la Policía y quedó demorado.

Otro dato que fue revelado, es que a las 9.20 del día que desapareció Patricia, Cronenbold le llevó la llave del local a la empleada, él estaba «muy nervioso, con los ojos rojos».

Aunque el fiscal le preguntó a todas las amigas de la víctima que declararon sobre la teoría de los narcos colombianos nombrados por el acusado, todas negaron que Patricia tuviese algún vínculo con gente con ese tipo de acento.



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